El éxtasis de ser tachirense




La cascada Chorro El Indio es una de sus maravillas naturales

M. Sc. María Gabriela Duarte V.

El Táchira constituye uno de los 23 estados de Venezuela, cuya capital San Cristóbal, se despliega a lo largo y ancho de terrazas cobijadas por una temperatura no mayor a los 25 °C, que día a día permite el despertar de un gentilicio “cordial”.
Etimológicamente hablando, Táchira es un vocablo de origen timotocuica proveniente del término tachure con que se identifica a la tuntúa o sibidigua, que es una planta tintórea de color morado a la que se le ha dado cierto uso medicinal… La entidad en un principio fue poblada por grupos de origen chibcha como los Machirí, Umuquena y Táribas, aunque su territorio fue extensamente colonizado a partir del siglo XVI y hoy cuenta con 29 municipios, los cuales la convierten en la más fraccionada geopolíticamente del país.
A través de sus 11.100 Km de extensión, se observa una hermosa vegetación de montaña que incluye ejemplares como el pino criollo y eucaliptos, además de abundantes apamates, cedros, mangos y pomarrosas, bien desarrollados gracias a una variada hidrografía con ríos de considerable cauce entre los que se incluyen al Torbes, Caparo, Uribante y Doradas.
Asimismo, el Táchira es atravesado por la cordillera de Los Andes que lo divide en el Circuito de Montaña, Panamericano y Llanero, cuyas poblaciones son bien diferenciadas en lo que a actividades y desarrollo se refiere.
En la entidad se da la pesca de cachama, palometa y bagre rayado, a la par de la siembra de productos como el café, papa, caraota y ajo, sin obviar el área pecuaria con el ganado vacuno y la parte forestal representada por el pino, además de recursos minerales como el asfalto y carbón.
La región cuenta con industrias alimenticias (lácteos, confiterías, conservas y panaderías típicas), automotrices, artesanales (confección de hamacas), manufactureras (fábricas de calzado) y energéticas (complejo hidroeléctrico Uribante-Caparo), lo que conlleva a una fuerte faena comercial de importación mayorista y detallista por su cercanía con Colombia en lo que se ha bautizado la frontera más dinámica de Latinoamérica. 

Interesante historia 
Con la fundación de San Cristóbal en 1561 y La Grita en 1576, se inicia la explotación agrícola que da origen a la creación de nuevos asentamientos... Dicen que ésta última localidad en 1607 fue nombrada capital de la provincia, pero tras la llegada de empresas europeas al estado, todo giró en torno a la más accesible y comunicada, es decir, San Cristóbal.
Durante la gesta independentista, Simón Bolívar invadió a la nación por el Táchira en su Campaña Admirable, pero a pesar del crecimiento poblacional y su ventajosa producción cafetalera,  el estado se mantuvo relativamente aislado, razón por la cual recibiría una fuerte influencia colombiana que se mantiene arraigada hasta el presente.
Llena de orgullo el recordar que en un país donde su actual y quizá futura economía dependa de la renta petrolera, el Táchira tuvo un gozo por muchos envidiado, pues de su suelo brotó por vez primera el llamado oro negro que hoy nos hace merecedores a los venezolanos de los primeros lugares en calidad y cantidad a nivel mundial.
De igual modo, para 1899 Cipriano Castro daría pie a la Revolución Restauradora que marca la llegada de una hegemonía andina presidencial, por tanto sólo vasta mencionar hombres como Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras –creador del Museo de Bellas Artes de Caracas-, Isaías Medina Angarita, Marcos Pérez Jiménez, Carlos Andrés Pérez y Ramón José Velásquez, quienes de una u otra forma iniciaron el más sólido proceso integrador nacional... No estaría demás citar el caso de ilustres como Pedro María Morantes, Rafael de Nogales Méndez –el más internacional de los tachirenses-, Fruto Vivas, Pedro León Zapata y Leonardo Ruíz Pineda, personajes que de seguro están escritos desde ya en la historia. 

Ok, ¿pero y el turismo qué? 
Aparte de todo lo anterior, el Táchira posee infinidad de atractivos observados durante los paseos por las rutas de la montaña y el páramo, pues El Zumbador y Los Rosales son una muestra fiel de la bondad divina derramada en sus parajes; las zonas ganaderas de la vía al llano y el sur del lago de Maracaibo; los poblados ancestrales como Peribeca y San Pedro del Río; la arquitectura capitalina de la Iglesia El Perpetuo Socorro y San José; la Feria de San Sebastián y la pasión por el fútbol, parecieran ser pequeñas muestras de un estado sinceramente poco explotado.
Quizá y según la opinión de expertos en la materia, esta región no posee un hito que la identifique de buenas a primeras, pero bien se podría comenzar por resaltar sitios como el Ateneo del Táchira –considerado el más antiguo de Venezuela-, la Casa Steinworth, el Museo Antropológico, el Monumento al Cristo de Capacho, el Puente Libertador y el imponente Polideportivo de Pueblo Nuevo –con capacidad para 42 mil personas-, o mostrarle a nativos y foráneos la existencia de patrimonios naturales como Chorro El Indio -con su imponente cascada-, El Tamá, Batallón y La Negra, cuya distinción de Parque Nacional no se dio por mera casualidad… La cuestión aquí sería establecer responsabilidades y sobre todo enseñar no tanto con libros de extensas páginas, sino con ejemplos palpables la riqueza fehaciente de una entidad a la que le falta cariño por lo propio.